miércoles, 28 de septiembre de 2011

Sobre las palabras.-


Las únicas palabras que merecen existir son aquellas palabras mejores que el silencio[1]. Que difícil se hace seguir escribiendo con semejante frase dando vueltas en la cabeza. ¿Son realmente estas palabras mejores que el silencio? ¿Merecen realmente existir?
Creo que no puedo ser quien juzgue eso, aunque si bien sé que no son palabras imprescindibles, me parecen dignas de tapar algún que otro silencio. Y aquí entra otra cuestión, estas palabras en efecto tapan silencios (después discutiremos si merecen o no hacerlo) y al mismo tiempo son silencio en sí mismas. Tapan silencios porque existen, porque trasmiten cosas que suenan y hacen ruido, pero que, por ahora, suenan solo en mi cabeza, y en tanto y en cuanto no sean trasladadas a esta hoja no sonaran más que para mí. Al mismo tiempo, son silencio porque utilizo este medio para evitar decir de frente muchas cosas. De esta manera, prefiero escribir que extraño a Ernestina en vez de ir y decírselo directamente a ella, y es justamente por esto que estas palabras son sonido y son silencio, porque existen y al existir comunican, pero existen y comunican para, al mismo tiempo, evitar comunicar. Es complicado, pero al fin y al cabo toda la discusión de sonido/silencio se reduce simplemente al lugar en que uno se pare para analizarlo. Para usted, Querido Lector, estas palabras son  todo lo contrario del silencio, estas palabras están haciendo ruido, se están haciendo escuchar ahora mismo mientras usted las lee. La discusión de sonido/silencio más bien es una discusión que solo se da en mi interior, en el interior de quien escribe.
Ahora bien, resuelto (al menos en parte) el problema de si estas palabras son sonido o son silencio, queda otra cuestión bastante más difícil por dilucidar, y que tiene que ver con la validez de la existencia de estas palabras, tomando como factor de análisis la frase de Onetti.

¿Merecen existir estas palabras?

Creo que aquí estamos otra vez en el marco de un debate sin respuesta. Y digo sin respuesta porque la discusión es esencialmente subjetiva. ¿Quién puede tener la autoridad para definir si estas palabras son mejores que el silencio? Habrá quienes prefieran escucharlas antes que no escuchar nada, y habrá quienes prefieran exactamente lo opuesto. Habrá también quienes las hagan propias y las reproduzcan, les den uno, dos, diez nuevos sentidos y habrá quienes, como también decía Galeano, harán el ejercicio de “Úselo y tírelo”, y bienvenida sea cualquiera de las alternativas, pero ahora bien… ¿Cómo hacer entonces para dar con una respuesta?
¿Servirá por caso hacer una encuesta? La encuesta puede servir para dar un panorama de cual opción tiene más adeptos, pero nunca puede ser concluyente. Para dar un ejemplo de esto se pueden tomar como caso las encuestas que refieren a temas políticos. En el año 2003, La Rata, como le dice Aliverti, sacó casi el 25% de los votos en las elecciones presidenciales y fue el candidato con más votantes. ¿Lo convierte esto acaso en el mejor candidato? Claramente no. Como este se pueden encontrar decenas de ejemplos en los cuales la masividad de un hecho, acto o como quisiera llamársele, no implica necesariamente una relación directa con la calidad del mismo (por caso necesitamos solamente de un control remoto para comprobar dicha hipótesis) y, aunque suene feo, la pregunta ¿merecen existir estas palabras? tiene un poco que ver con la calidad de las mismas, entendiendo que su buena calidad o no, no surge necesariamente de la calidad gramática o literaria sino quizás de lo que las palabras en cuestión pueden generar, Es que el objetivo de estos textos no es vislumbrar a las academias, sino trasmitirle sentimientos y sensaciones a Ernestina y, en cierta medida, también a usted Querido Lector.
Creo, por consiguiente, que con esta última frase dimos en la tecla Querido Musa Inspirador, ya que será usted y solo usted el que determine si estas palabras merecen existir, y si bien yo no le estoy pidiendo permiso para escribirlas, usted sólo tiene que cerrar este libro y todo cuanto aquí haya escrito dejará de existir, al menos en su universo. Y puedo hablar de la existencia de las mismas en universos personales porque, como le decía anteriormente, la cuestión es total y completamente subjetiva. Queda pues, en usted y en nadie más darle respuesta al interrogante planteado.


[1] Frase que, según cuenta Eduardo Galeano, le decía Juan Carlos Onetti, cuando estaba dando sus primeros pasos en la escritura.

No hay comentarios:

Publicar un comentario