jueves, 6 de octubre de 2011

El poema más cursi.-


Qué difícil es notar la diferencia entre lo cursi y lo “no cursi”,
cuando se tiene un amor en la cabeza;
hasta la frase más trillada genera ternura,
e inclusive dan ganas de salir corriendo y decirla al oído.

O, en su defecto, anotarla
para que no se nos olvide,
y se la digamos en el momento justo,
con el tono de voz indicado y la mirada firme, decidida.
O perdida -¿por qué no?-
en un punto, en un detalle.

Simplemente de la forma más perfecta posible.

Qué difícil que es,
cuando se tiene un amor en la cabeza,                               
decir la frase más cursi posible
de la manera más perfecta posible
y no encontrar esa frase, ese momento,
exageradamente tierno.
Exageradamente entrañable.

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