lunes, 7 de febrero de 2011

¿Café, té…? .-


Te invito a tomar la leche porque no me animo a ser más explicito.
Somos sólo dos niños que se gustan.

Te miro y te obligo.
Te compro con té de naranja y Edith Piaf.
Te sigo mirando y me enamoro.
Te sigo buscando y perdiendo,
y buscando.

Y ganando.

Cada día, cada mañana y cada tarde,
y cada Tatín que te entrego.

Te veo a la tarde de cada domingo.
Te veo y te miro,
y te amo.

Lo digo.

Y después espero.
Espero y espero y sigo esperando.

Hasta que llega la invitación.
La mejor merienda posible.

¿Café? ¿Té? Amo.

Y con eso me duermo
Y entonces viene todo lo otro.
Y entonces esa remera sigue esperando debajo de tu cama.
Y entonces el pez se queda en el suelo.
Y entonces jugamos a la batalla naval a las nueve y en la cama,
solo para que tu abuela no sepa que dormimos juntos.
Y entonces te beso ese labio lastimado de amor porque no puedo aguantarme y me retan.
Y entonces te pierdo y ahora si,
ahora,
 te escribo y te extraño.
Y te espero, de nuevo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario