viernes, 21 de enero de 2011

Sobre las relaciones propias, reales, ficticias y ajenas.-


Uno siempre hace la comparación de su pareja, de su relación con otras parejas y relaciones que ve, que admira, que conoce.
Desde amigas con relaciones frustradas pero indestructibles como la de uno (o como se cree es la de uno), hasta relaciones ficticias que intentan ser reales e inclusive relaciones ficticias más reales que muchas reales relaciones.

Por alguna razón (y aquí cito a la amiga con la relación que también supo ser relación) siempre se siente la relación propia menos loca, menos apasionada.

Y por más bonita y fuerte que es la propia siempre se la desmerece.
Se la desmerece ante las relaciones ficticias reales de aquellos que se enamoran en pantallas y libros.
Se la desmerece con sufrimiento porque quien supo tener relación con uno tiene ahora relación sin uno y sí, quizás menos loca y quizás menos apasionada que la relación que supo tener con uno, pero relación al fin y no recuerdo.
Se desmerece la cosa más maravillosa que a uno le pasó de la misma manera que se desmerece eso que escribe, porque nunca llegará a ser tan bueno como lo que escriben esos que nos conmueven hoy en soledad y ayer en relación.

Lamentablemente, las únicas relaciones peores que esa que se desmerece a pesar de ser la mejor que tuvimos son las relaciones que vienen justamente después de esa, nuestra gran relación. Se desmerecen simplemente porque no son esa, y al no ser esa nunca serán mejores, no solo porque están muy lejos de la relación que me lleva a escribir este texto acerca de relaciones, sino también porque uno no deja que esa nueva relación florezca, y no la deja florecer porque se pasa todo el santo tiempo lamentando que ya no son Juan José y Ernestina, lamentando que ahora existe una relación No-Juan José y Ernestina; y al mismo tiempo lamentando que Juan José y Ernestina no son ni Frida y Diego, ni Amélie y Nino, ni William y Murrom, y ni Totó y Elena, solo por citar algunas de esas relaciones reales y ficticias pero reales que alimentaron la relación en su momento y hoy sirven para recordarla, desmerecerla y añorarla.

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